Brisa en la
azotea, larga noche, deseos a las estrellas y soledad. Mirada perdida.
Humo en las manos se infiltra cauteloso por los encajes de mi ropaje. Humo en mi cara, en mis
ojos. Estallan en ellos unos cuantos vasos sanguíneos y lloro vasos de
lágrimas y noches en vela.
Ordeno la
habitación ya no habitada por nadie más que mis recuerdos desordenados.
Ya nadie va a
poder hacerme daño, no se puede romper lo que ya está roto.
Y el agua me sabe
a poco.
El respirar me
sabe a poco.
El comer me sabe
a poco.
Dormir duermo y
me sabe a poco.
Soñar no puedo y
me sabe a poco.
Echarte de menos
me sabía a poco y ahora me sabe a sed, y a asfixia, y a angustia, y a
insomnio, y a sueños marchitos, y a un futuro desierto sin tu voz que me guíe y
sin ti.