domingo, 29 de diciembre de 2013

Brisa en la azotea, larga noche, deseos a las estrellas y soledad. Mirada perdida.
Humo en las manos se infiltra cauteloso por los encajes de mi ropaje. Humo en mi cara, en mis ojos. Estallan en ellos unos cuantos vasos sanguíneos y lloro vasos de lágrimas y noches en vela.
Ordeno la habitación ya no habitada por nadie más que mis recuerdos desordenados.
Ya nadie va a poder hacerme daño, no se puede romper lo que ya está roto.
Y el agua me sabe a poco.
El respirar me sabe a poco.
El comer me sabe a poco.
Dormir duermo y me sabe a poco.
Soñar no puedo y me sabe a poco.
Echarte de menos me sabía a poco y ahora me sabe a sed, y a asfixia, y a angustia, y a insomnio, y a sueños marchitos, y a un futuro desierto sin tu voz que me guíe y sin ti.